
-Mire la Esfinge-le decía-.Incluso yo puedo percibir el misterio y encanto que exhala.
Poirot me contemplaba con disgusto.
-No tiene una expresión feliz-declaro-. ¿como iba a tenerla estando semienterrada en la arena de forma tan incomoda? !Ah, esta maldita arena¡
-Vamos, vamos, en Bélgica hay muchisima arena.
-En Bruselas, no- declaro Poirot contemplando pensativo las pirámides-. Es cierto que por lo menos son de hechura solida y geométrica, pero su superficie es una desigualdad muy desagradable y las palmeras no me gustan. !Ni siquiera cuando las plantan en hileras¡
Pasare por alto el espectáculo de Poirot sobre un camello. Comenzo a gemir y a lamentarse y termino invocando a la virgen y a todos los santos del calendario.